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Sobre mi

Soy Leila Ayelén Alegre, tengo 21 años. Nací en Argentina. Vivo en Don Torcuato (cerca de Panamericana y 202), Tigre. Mi cuenta de Instagram: ttps://www.instagram.com/leii_alegre/

Tengo una cámara Nikon D3300. Lentes: 18-55mm f/3.5-5.6; 55-200mm f/1:4-5.6; 50mm f/1-4 analógico. Celular Samsung J5 Prime, Computadora portátil HP

Quiero aprender a comunicar y transmitir ideas con la luz, las diferentes puestas de escena o movimientos de cámara. Poder ser capaz de crear esos códigos que por ejemplo crea la película de Matrix con respecto a los tonos más verdes dentro de la Matrix, y más azules por fuera, o a otro extremo como Gaspar Noé en Climax, logrando que la iluminación y los movimientos de plano te asfixien como a lxs personajes. Si bien tengo un poco de conocimiento por ya haber cursado varias materias de la carrera (fui parte del equipo de cámara en PAV 1), y también haber hecho un curso de fotografía creativa y de taller audiovisual, no tengo mucha idea sobre cómo trabajar la luz y crear distintos climas o ambientes que ayuden a contar lo que se quiere contar. Creo ese uno de mis principales objetivos de la materia.

Mis películas favoritas

Anteriormente nombré dos películas que a decir verdad me gustan muchísimo, pero sin dudas, en este momento de mi vida eligiría: Portrait de la jeune fille en feu, de Céline Sciamma, íntima y muy emotiva, con detalles excelentes y sutiles, con mucha fuerza y presencia de las protagonistas de quienes hasta el color de la vestimenta te habla, sus diálogos y fotografía son impecables; Get out de Jordan Peele, también muy profunda y denunciante, excelente en todo, desde pequeños diálogos que se tienen al principio hasta la resolución de la película; y Cidade de Deus de Fernando Meirelles y Kátia Lund, que la elijo porque fue una de las primeras pelis que vi donde la narrativa no es lineal, sino que va y viene constantemente y es un muy buen logro, además de por supuesto la fotografía y el montaje, la caracterización de los personajes y por sobre todo la historia, donde también en medio de todo ese caos y violencia, hay lugar para el amor.


INSTRUCCIONES PARA MIRAR

Esta imagen me parece brillante, como todas las de la serie «Fallen princesses» de la autora, ya que tienen un significado connotado muy fuerte al ser esta parodia de Blancanieves. Me gusta cómo Dina Goldstein critica las diferentes historias de las princesas de Disney, y las muestra en esta realidad, en este mundo actual. En este caso representándola inmersa en el sistema patriarcal, y desmintiendo el «final feliz» de una pareja. La mujer, está obligada a cargar a lxs bebés, a cuidar de sus hijxs, mientras que por el otro lado, el príncipe puede estar relajado, sin preocupaciones, mientras se toma una cerveza y mira la televisión. Él, sin ayudar en absoluto a su pareja, siendo ella una víctima más.

La luz un poco dura y directa, pone evidencia la situación, muestra todo, iluminando perfectamente desde la nena que está delante de todo, hasta el globo terráqueo del fondo. La misma generando sombras bastante notorias y mostrando hasta el mínimo detalle. El encuadre general, bastante amplio también para que se pueda ver todo. Y a pesar de estar ella delante, todo toma protagonismo ya que todo se encuentra en foco.

La pose de ella, parada, frontal a la cámara, de alguna manera muestra esa fuerza, esa “estabilidad” para poder estar con dos bebés a la vez en sus brazos, y otra más tirándole de la pollera. Su rostro casi neutral, en el que sin embargo se puede notar ese peso, donde se puede ver que no es nada feliz en esa situación, sino simplemente la víctima.

La pose de él es totalmente la contraria, está relajado, atento a la televisión, mientras toma una cerveza, descuidando completamente el resto. Los pies descalzos y sobre otro banco refuerzan esta idea de comodidad y tranquilidad.

Cuarentena

Fallen Princesses, BELLE, 2009. Dina Goldstein.

Esta fotografía, tal y como lo dice su nombre, nos muestra la belleza, el ideal de belleza, la superficialidad, ese parámetro de la mujer linda, perfecta a la que estamos sometidas por esta sociedad patriarcal, que recae en cada una de nosotras, nos traviesa sin importar de dónde seas (en mayor o menor medida), ni a qué clase social pertenezcas, y de la cual es muy difícil de desprenderse. Como en el caso de esta princesa, Bella, adicta a las operaciones para alcanzar ese imaginario que está en nuestras cabezas constantemente. Entonces aquí la tenemos a ella, tumbada en la camilla, siendo nuevamente recortada e inyectada por estas manos de las cuales no reconocemos ningún rostro, ellas simplemente operan. Tampoco nos importaría saber quiénes son, el foco está en ella, el encuadre esté cerrado en ella, con una angulación cenital que lo ve (y deja ver) todo desde allí, y esta luz fuerte y reveladora de cada detalle. ¿Es entonces esto sinónimo de belleza?

Mujer bella no necesariamente quiere decir mujer operada, pero sí quiere decir, que si vos no te adecuás a estos parámetros de belleza hegemónica, un cierto tamaño de labios, de pómulos o tetas, pero ojo, no mucho porque es exagerada, ni poco porque es feo, de alguna u otra forma tenés que conseguirlo, y ¿qué mejor que modificando tu rostro, tu cuerpo para llegar a alcanzarla? ¿Acaso importa tu salud, tu bienestar físico y mental? No, claro que no. No importa si después de cada operación estás llena de moretones, o hasta peor de lo que te veías antes, como en el video de Mrs Potato Head de Melanie Martinez. Sólo importa verte bella, y bella para el varón, por supuesto. Como si necesitáramos constantemente su aprobación para poder «ser».

Este ideal de mujer se nos presenta constantemente: en las publicidades con mujeres delgadas, rubias, super depiladas,»felices»; en los juguetes como las Barbie, o hasta en las películas, como lo hace Disney con sus princesas hermosas y diferentes entre sí -pero siempre bajo el parámetro de belleza ideal- No hay princesas gordas, princesas lesbianas, bajas, musculosas, con estrías, reales. Si bien hay princesas negras por ejemplo en La princesa y el sapo, siempre coinciden con el estándar de un determinado tipo de cuerpo delgado, ojos marrones pero no tan oscuros, sonrisa perfecta, y demás estereotipos.

No quiero decir que estas mujeres no sean felices ni reales, de hecho cada una puede hacer con su cuerpo lo que desee, sino creo que es necesario plantearse ¿Es eso realmente lo que yo quiero, o mi decisión en realidad está tapada por una imposición cultural tan fuerte que no me doy cuenta de que la estoy reproduciendo? ¿Soy verdaderamente consciente de aquello?


Bítacora

Esta semana en particular decidimos con mi hermana remodelar nuestro cuarto y pintamos durante 4 días por el diseño que queríamos inventar en nuestras paredes. Intenté fotografiar el proceso, pero estuve bastante ocupada ya con el desorden y tanta pintura por todos lados, que ninguna de ellas me convenció. Por eso elijo mostrar más que nada momentos o detalles por los cuales pasé durante esta semana en un mismo lugar: mi cuarto. Quizás un antes y un después más sutil. Desde cuando pasábamos horas y horas frente a pantallas, cuando esas horas empezaron a ser más movidas y hasta dolorosas al día siguiente, hasta el momento final de poder simplemente estar relajada mirando el techo y disfrutando todo ese esfuerzo anterior.

Tranquila. Relajada a pesar de a haber estado a mil toda la semana. Con manchas negras sobre mi cara. Son las hojas junto al sol que las hace aparecer allí. Ese sol que al atardecer te calienta por dentro, te llena de intensidad y de vitalidad.

Este lugar representa a Nahuel en todo su esplendor. Nahuel es mi hermano, y la mayoría del tiempo la pasa acá. Trabaja, estudia, se informa y se divierte en este lugar. Especialmente de noche.

Justo en ese momento hay varios elementos sobre el escritorio que hablan mucho de él. Por ejemplo la cinta métrica con la que mide las maderas que corta para convertirlas en bancos, percheros o alguna mesita, o el paquete vacío de galletitas. Siempre hay uno distinto.

Las anotaciones que hace en la pared son muy importantes para él. Es muy organizado, a pesar de que justo en ese momento esté todo un poco desordenado. Es la contradicción con la que se enfrenta (y toda la familia también) todos los días: el orden y el desorden.


A la vista


La realidad es que me divirtió mucho esta consigna, y era con la cual estaba más negada porque no se me ocurría ningún lugar interesante para fotografiar. En mi caso elegí un lugar que -realmente- nunca pensé fotografiar y el cual está siempre a la vista: el baño. En realidad surgió más como un experimento, para ver qué salía. Justamente hace unos días volvió a mi cabeza la idea de hacer fotografías de cuerpos desnudos, que hace tiempo ya tenía pero nunca llegué a concretar. Y cuando me senté afuera del baño a observar todo con el 50mm, me di cuenta que muchas partes tenías curvas interesantes, las cuales podrían (quizás con mucho esfuerzo) llegar a pensarse como curvas de personas. Al instante empecé a jugar un poco con el diaf para lograr puntos de enfoque un poco más sutiles, y así también perder el foco de qué es lo que realmente estaba delante mío. Después, ya bastante metida en el tema, fui por más y agarré el 200mm, logrando puntualizar cada vez más distintos sectores y consiguiendo despegarme casi totalmente del objeto retratado. También probé ir rotándolas y viendo qué se formaba en la pantalla, algunas hasta me parecieron más interesantes puesta de cabeza. Me motivó mucho a pensar las cosas y los lugares de otra forma, con otro criterio. Hasta también dejar de ver todo siempre de la misma forma. Enfocarse en los detalles de algo que vemos cotidianamente en cierto contexto es difícil, pero muchas veces revelador.

Registro

La primera foto es de los primeros momentos desde que nos mudamos, allá en el 2006. La casa no estaba habitada hace ya mucho, estaba todo muy descuidado, había mucha basura en el terreno, y la casa no estaba terminada, es más, hay partes que ni siquiera existían. Costó mucho pero mucho para que finalmente, 13 años más tarde, tome forma.

Esta es una de las pocas fotos que hay de nuestra casa en sus inicios. Es una de literalmente diez fotos. Al verla me impactó muchísimo, porque a esos 8 años de edad no me daba cuenta de mi alrededor, de cómo vivíamos y de cuánto sacrificio hicieron mi mamá y mi papá para venirse con nosotres desde una casa ya terminada, a un terreno que no tenía nada más que alguna estructura que tendríamos que remodelar, o basura. Me enorgulleció mucho ver cómo de a poco fuimos haciéndolo crecer, haciéndolo tomar vida. Con mucha paciencia.

Al momento de ver la foto tuve mucha curiosidad de verlo ahora, con estos ojos, porque no recuerdo nada de aquel entonces. Entre las otras fotos me veo con mi hermano y con mi hermana corriendo por el patio, felices. También encontramos un video, en el que me costó mucho reconocer la casa y su forma, porque está completamente distinta. Este viaje en el tiempo me hizo compartir estas y otras tantas anécdotas de nuestra niñez, que me trajo mucha nostalgia, y me hizo feliz. Feliz por ver tanto en esta como en todas las otras fotos sonrisas, amor, compañía. Un avance enorme en nuestras vidas.

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